La guerra de Irak no es un capricho de nadie. Es una consecuencia lógica de una línea de pensamiento dominante en EEUU, el neoconservador, cuyos dos de los máximos exponentes son los autores de este libro: William Kristol y Lawrence F. Kaplan, defensores de la liberación de Irak y la democratización del mundo. Sus tesis producirán adhesión o rechazo a la intervención de la Administración Bush allende sus fronteras. Adhesiones como la de Gary Schmitt, quien el 23 de Marzo de 2003 escribía en Los Angeles Times: “La inevitable realidad es que el ejercicio del poder norteamericano es clave para mantener la paz y el orden en mundo actual. Imaginemos un mundo en el que los Estados Unidos no ejercieran este poder. ¿Quién sería capaz de manejar a una potencia nuclear como Corea del Norte? ¿Quién prevendría a que un país dictatorial como China actuase a su antojo para apropiarse de Taiwán? ¿A quién se le encargaría la misión de dar caza a los terroristas islámicos que están deseando adquirir armas de destrucción masiva? ¿Quién podría haber contenido, y derrotado sin ayuda de nadie, a un tirano como Saddam Hussein, impidiendo que llegase a dominar todo Oriente Medio? ¿Quién puede impedir que los Balcanes se conviertan en un caos? ¿Quién se va enfrentar a regímenes como Irán, Siria y Libia cuando dispongan de armas de destrucción masiva? En virtud de lo que la mayoría de nuestros aliados invierten en gastos de defensa, seguro que no serán ellos”. …O rechazo como señala Eric Alterman, en “¿Quién Habla en Nombre de los Norteamericanos? ¿Por qué la Democracia Forma Parte de la Agenda de la Política Exterior de los Estados Unidos?” cuando dice que: “En el espectro político estadounidense, los planificadores de la política exterior creen que los Estados Unidos tienen el deber moral de soportar la responsabilidad de mantener la paz global y el orden mundial siempre que sea posible, y hacerlo de forma unilateral. El pueblo estadounidense, sin embargo, no está de acuerdo.” …pero, con seguridad, estas tesis aportaran una nueva visión de los hechos. Sadam no es el enemigo a batir es el nuevo orden mundial el que está en juego.