Tras la partida del rey Ricardo de Inglaterra, su hermano Juan le usurpó el trono, subiendo los impuestos y empobreciendo al pueblo. Ante estos desmanes, Robin Hood, partidiario del auténtico rey, decidió ocultarse en el bosque de Sherwood y ejercer la justicia por su cuenta: robaba las recaudaciones de los esbirros del rey Juan para repartir el dinero entre los más necesitados.