Mi nombre es Gina y morí a los 11 años el 16 de enero de 2014, a las 15 h, en brazos de mi madre, en presencia de mi familia, y en casa. Así es como todo el mundo desearía morir.
Tenéis que saber que viví mi muerte más como un triunfo de la vida y como una oportunidad para estar acompañada que como un fracaso, y eso fue gracias al equipo de curas paliativas pediátricas del Hospital Sant Joan de Déu.
Estoy convencida de que mi familia seguirá viviendo, y lo hará con alegría. Y yo también seguiré viviendo, después de que hayan entendido que la muerte no destruye, solo transforma, porque hay una forma más luminosa de entender la muerte.
Gina murió hace un año. Después de su muerte, inevitablemente, su madre, Elisabet Pedrosa, empezó a escribir Seguiremos viviendo.