Ricardo Guadalupe no explica aquí abs¬tractamente la vida ni nos exhorta úni¬camente a vivirla, sino que transforma su carne en verbo y nos la ofrece en forma de intuiciones que hallan su expresión bajo el artificio del alfabeto.
(Del prólogo de Óscar Sánchez)
Tienes derecho, lo sé, me lo han confiado, de apropiarte, ajustarte a tu gusto, a tu vo-luntad, todas y cada una de las imágenes e intuiciones que aquí aparecen. Y ahora, tal vez sea el momento de cerrar los ojos y em¬pezar a leer de otra forma; o más bien, de abrirlos y empezar a pensar de otro modo.
(Del prólogo de Fidel Tomás)