«Desde un lago pirenaico hasta las Marismas del Guadalquivir, podemos atravesar nuestra piel de toro repostando en centenares de lagos, lagunas, albuferas o charcas, diseminadas por nuestras comarcas; en unos casos alivian la aridez de la España seca; en otros, estimulan el color de la España húmeda y siempre se prestan a ser punto de apoyo vital para los millones de aves que, año tras año, recorren nuestros cielos en busca de latitudes favorables.»