La selección de pensamientos que el lector
tiene en sus manos no persigue ningún afán científico
o erudito, por lo que sería inexacto afirmar que refleja algo semejante
a una historia de la educación. La ausencia de pedagogos ilustres
entre los pensadores representados en esta amplia muestra, que supera el
centenar de autores, pretende ratificar la vocación de universalidad
de la educación por encima de especializaciones y pretensiones cientificistas.
Fue Montaigne, ya en el Renacimiento, uno de los primeros en denunciar
la profusión de conocimientos teóricos con que se quería
atiborrar la mente del niño mientras se le privaba del principal
objetivo de toda enseñanza: enseñar a vivir. El escritor
alemán Hermann Hesse confiesa que la escuela le enseñó
«latín» y «mentiras» (de donde se ha tomado
prestado el título de este volumen): una lengua muerta y el instrumento
para medrar en la escala social. A esta escuela burocratizada, R.L. Stevenson oponía la escuela de la vida y Oscar
Wilde su escepticismo al sentenciar que, si bien la educación
es admirable, «nada que merezca saberse puede ser enseñado».
Éstas y otras muchas ideas que conforman la presente selección harán,
sin duda, reflexionar a todo lector interesado, por uno u otro motivo,
en el difícil arte de la educación.