Novicia, militar, virgen y casi mártir, pendenciera, pasional, disfrazada casi toda su vida de hombre, Catalina de Erauso, más conocida como la Monja Alférez, es una de las figuras más controvertidas y excepcionales de nuestro Siglo de Oro. Vasca de nacimiento, pasó gran parte de su vida en tierras americanas, desempeñando diferentes oficios y participando en acciones militares. Cuando volvió a España, su fama era ya considerable a ambos lados del Atlántico. El rey Felipe IV le concedió una pensión vitalicia por los servicios prestados a la Corona y el Papa le permitió seguir vistiendo de hombre y continuar su existencia andariega. Aunque su historia se presenta a través de un yo autobiográfico, no sabemos si fue ella quien la escribió, si otra persona la redactó bajo su dictado o si un tercero se documentó sobre la historia y narró unos hechos en lo que la «fábula» presta un evidente servicio a la «historia».