En CAMINO DE PERFECCIÓN (1902), el protagonista, Fernando Ossorio, un joven de espíritu confuso y atormentado, cuyas experiencias vitales han estado siempre ligadas a la muerte, emprende un viaje purificador, desde Madrid hasta Levante, durante el cual intenta superar sus desequilibrios anímicos y su indolencia, orientarse hacia la voluntad y la acción y recuperar el perdido contacto con la naturaleza. En esta novela tocada de misticismo y en la que se reiteran los contrastes entre vida y muerte, entre amor divino y humano y entre religiosidad y energía vital, Pío Baroja (1872-1956) trazó, en la línea de las inquietudes regeneracionistas de los escritores más beligerantes de la época, una visión crítica de la realidad española, tanto de las clases madrileñas acomodadas como del mundo rural.