¿Es la gastronomía el arte de hacer de la necesidad (de alimentarse) virtud? ¿O es simplemente «una metáfora ejemplar de hipocresía e la cultura»? Entre el instinto humano y la más sutil referencia culturalista, la gastronomía ocupa un amplio espacio de saberes y sabores, de reflexión intemporal y fugacidad histórica: la gastronomía, como la misma religión, es una cultura. Y la gastronomía, como la misma religión, tiene sus oficiantes, los cocineros, y sus teólogos; entre ellos el autor de esta obra, la cual es un sabio repaso de la historia, la sociología y la filosofía de fogones y manteles, así como una descripción de las cocinas occidentales, con especial atención a la francesa y la española, y una pertinente reflexión sobre los «placeres elementales» que son el pan, el vino y el queso, comidas de peregrinos y pobres. Contra los gourmets es una obra concebida para despertar las más altas pasiones, un símbolo de la capacidad humana para hacer sublime lo vulgar, sólo paralela a la que tiene de hacer vulgar lo sublime. Es la obra que, sin duda, Carvalho hubiera aprobado. «Manuel Vázquez Montalbán era de los pocos, por no decir casi el único, intelectuales de la cocina.» FERRAN ADRIÀ