En esta pequeña obra maestra, escrita en julio de 1900 y que constituye uno de los primeros monólogos interiores de la literatura europea, Arthur Schnitzler experimenta con la narración de un flujo de consciencia, el del teniente Gustl, que ve cómo un acto banal puede a llegar a complicarle la vida: en cuestión de segundos, pasará de ser mero espectador de un concierto a temeroso contendiente en un duelo de honor. Este trepidante relato, que ocasionó no poco revuelo en el momento de su aparición, concentra en su verdad lo mejor de ese estilo punzante, regio y expresionista tan propio del escritor vienés.