Si la modernidad, entendida como la tendencia más adelantada de la vanguardia en los años veinte, ha podido ser considerada, aunque sea hiperbólicamente, como patrimonio de Gómez de la Serna, no debe cabernos la menor duda de que la reflexión sobre lo más característico de su obra sigue siendo pertinente.Porque la greguería es para todos los críticos el acierto cumbre de Ramón, que no llegó a concretar teóricamente, a mi entender porque fue incapaz de hacerlo, pero sin despreciar la posibilidad de que tal inconcreción sea un manifiesto gregueresco más.Con la greguería quiso y pudo romper con el pasado y el presente literario de su época para crear una nueva forma de completar y describir el mundo. Convertida en puerto de desembarco de la compleja psicología ramoniana, la greguería ha de verse también como ingrediente imprescindible y recurrente del resto de la obra de Ramón, y, por fin, como molde original del personaje Ramón Gómez de la Serna.