En 1986, transcurridos treinta años desde la publicación de El Jarama , Rafael Sánchez Ferlosio rompió su prolongado silencio como novelista con El testimonio de Yarfoz, fragmento autónomo -un apéndice, en realidad- de una fingida y monumental Historia de las guerras barcialeas en la que al autor venía trabajando -bien que solamente "a rachas"- desde finales de los años sesenta. De nuevo Ferlosio rompía todo tipo de expectativas con un texto de tono y de intenciones radicalmente otros que los de sus dos novelas anteriores; una saga de resonancias épicas, repleta de invenciones asombrosas, en la que late una profunda y melancólica reflexión sobre la necesaria confianza en la palabra y los peligros de su rompimiento.
«Entre los novelistas de mi generación o de las anteriores, sólo me interesa Ferlosio, que es el mejor escritor español.»
Juan Benet