Según se desprende de la Encuesta Europea de Valores, la sociedad catalana se ha hecho más individualista, liberal, tolerante, plural y democrática. Es, también, más libre y más exigente, y continúa en pleno proceso de autoafirmación identitaria como pueblo. Pero, por encima de todo, es una sociedad de individuos que van a la conquista de todos los espacios de la vida cotidiana, para adaptarlos a sus propias preferencias y apropiárselos, respetando que otros hagan lo mismo de diferente manera, quizás porque intuyen que la garantía de la libertad de los otros es la garantía de la propia libertad. Una sociedad que se reinventa individual y colectivamente, con un punto de desilusión al ver que en determinados ámbitos sus altas expectativas distan mucho de la realidad. Una sociedad viva y dinámica, que ha hecho del concepto de “biografía de bricolaje” o “biografía hágaselo usted mismo” de Ulrich Beck una praxis generalizada. Pero también es una sociedad no exenta de problemas, como el crecimiento de grupos que han malentendido este individualismo desde el egocentrismo hedonista, el presentismo y la irresponsabilidad.