La escuela puede entenderse como instancia de mediación cultural entre los significados, sentimientos y conductas de la comunidad social y el desarrollo particular de las nuevas generaciones. Como consecuencia de las transformaciones y cambios radicales en la sociedad contemporánea, se cuestiona el mismo sentido de la escuela actual, su función social y la naturaleza del quehacer educativo. Los docentes aparecen sin iniciativa, arrinconados o desplazados por la arrolladora fuerza de los hechos, por la vertiginosa sucesión de acontecimientos que han convertido en obsoletos sus contenidos y sus prácticas. Parecen carecer de iniciativa para afrontar exigencias nuevas porque, en definitiva, se encuentran atrapados por la presencia imperceptible y pertinaz de una cultura escolar adaptada a situaciones pretéritas. Para recuperar la iniciativa de la escuela, el autor sugiere empezar a entenderla como un cruce de culturas, que provocan tensiones, aperturas, restricciones y contrastes en la construcción de significados y en la formación de conductas. Con este propósito, y desde una perspectiva innovadora y provocativa, desarrolla un detenido estudio de los distintos aspectos que componen cada una de estas culturas (crítica, social, institucional, experiencial y académica) que interactúan en el espacio escolar y cuyo conocimiento puede ayudar a clarificar el conjunto de factores, frecuentemente inadvertidos, que condicionan los procesos de enseñanza-aprendizaje y que frecuentemente se han incluido en el socorrido «concepto paraguas» denominado currículum oculto.