Hace unos tres mil años, el hombre creó el libro y lo convirtió en mensajero de sus vivencias, su saber y su creación literaria. La memoria histórica prescindía así del vehículo oral para quedar grabada en un soporte duradero y fiable. Desde las cavernas del paleolítico hasta los modernos procedimientos de autoedición y ófset, con intervención de la tecnología láser y la informática, hay una enorme distancia que no es solo temporal, sino, sobre todo, tecnológica. Esta evolución, acelerada en los últimos tiempos, nos ha privado, es cierto, del maravilloso arte de los códices, con sus insuperables miniaturas y el paciente y cuidadoso trabajo allí reflejado, pero ha puesto a nuestra disposición todas las facetas de la cultura; ha facilitado el acceso de todos los hombres, sin distinción de razas o credos, a los bienes culturales que se desprenden de la circulación universal de los conocimientos.
En esta Pequeña historia del libro se hace una excursión por la historia del libro y de los hombres que la hicieron posible, para que de sus pasos y sus técnicas nos quede este modesto testimonio, escrito con el cerebro y el corazón.