En un mundo cada vez más complejo, son muchas las voces que vaticinan una inevitable confrontación entre culturas y civilizaciones. Para esta línea de pensamiento, existiría una cultura superior – la occidental – hacia la que tendrían que converger todas las demás en un esfuerzo modernizador. Sería una reedición de la clásica confrontación entre la civilización y la barbarie. En el otro extremo nos encontraríamos las corrientes multiculturalistas para las que todas las culturas tienen idénticos derechos, sin que nada ni nadie ajena a ellas tenga poder de interferencia en su seno. Las personas se definirían en función del grupo cultural al que pertenecieran. Para los multiculturalistas, el grupo debe ser el sujeto básico de los derechos; dentro de un mismo país podrían convivir tantos sistemas de derechos como grupos culturales convivieran en su seno. Ramón Soriano defiende en este libro una nueva tesis. Cree necesario retomar el diálogo intercultural en el que tienen que confluir tanto los liberales, aferrados a sus principios universales y transpolables a todas las culturas, como los comunitaristas, demasiado apegados a las cortas ideologías de sus comunidades locales. Hasta ahora, ni unos ni otros han dado el paso necesario. El interculturalismo se abriría paso como una tercera vía entre el liberalismo y el comunitarismo. El libro que el lector tiene en sus manos, muy crítico con las opiniones respecto a los derechos de las culturas de pensadores consagrados –de Rawls a Habermas-, con seguridad suscitará la polémica que acompaña a las ideas abiertas al futuro.