Las franjas y las telas listadas fueron durante mucho tiempo en occidente marcas de exclusión e infamia. Las llevaron juglares, músicos, bufones, verdugos, condenados, herejes, judíos, musulmanes, así como el Diablo y sus criaturas en la iconografía. Pero durante la época románica vieron la luz otras rayas, éstas positivas, relacionadas con la idea de libertad, juventud, placer y progreso. Michel Pastourau nos explica ese cambio y el valor que nuestra sociedad le da al tejido listado.