El siglo XX ha sido llamado el " siglo del genocidio" por el número de genocidios y de víctimas, que un especialista ha evaluado en sesenta millones, pero también por la acuñación del término genocidio por Lemkin, la celebración de la Convención de la ONU sobre el Genocidio (1948), que lo definió como un crimen universal e imprescriptible, y la creación de diversos Tribunales internacionales. La antropología en general ha prestado poca atención a este tema complejo y de dimensiones trágicas y se ha centrado más bien en el estudio de etnocidio, es decir, la destrucción de la cultura de un grupo humano. En este texto, por el contrario, se plantea el papel de la cultura, de un matriz cultural compuesta por concepciones de procreación, monoteísmo y nación o pueblo, representadas mediante relatos de inicio, personificaciones y símbolos, en el exterminio de grupos humanos específicos. Probablemente la contribución más importante del texto estribe en la perspectiva adoptada, es decir, en el planteamiento comparativo de la relación entre cultura, estado y genocidio. El estudio de este tema se trata de un objeto de estudio no sólo de importancia científica, sino también ética.