La figura de Carlos III no es la de un rey ilustrado, sino la de un rey absoluto, con pocas Luces y sordo a los signos de los tiempos. En este ensayo se exponen las tesis centrales de lo que fue la ilustración durante el reinado de Carlos III, prescindiendo de la categoría de "despotismo ilustrado" que se ha venido imponiendo a la época y subrayando, en cambio, la existencia y vitalidad de otro tipo de pensamiento, la filosofía de las Luces, que no encontró buena acogida en los medios oficiales, lo que explica, en parte, su debidilidad e ineficacia.