El objetivo último de este «Diccionario» es redignificar a la teología en el concierto de los saberes, del que ha estado ausente durante siglos; resignificar los símbolos religiosos, liberándolos del dogmatismo y devolviéndoles su polisemia; historizar los conceptos teológicos, es decir, ponerlos en relación con la historia, liberándolos de su idealismo e ideologización, de su espiritualización y ahistoricidad, como hizo ejemplarmente Ignacio Ellacuría a través de su creativo método de historización de los conceptos filosóficos y teológicos. La teología no se mueve en el horizonte de la razón pura, sino en el de la razón práctica, que se reconstruye a través de los procesos históricos y reformula sus contenidos fundamentales en los nuevos contextos sociales, políticos, culturales y filosóficos, dentro de la dialéctica tradición-creatividad.