«En Solentiname, un retirado archipiélago en el Lago de Nicaragua, de población campesina, teníamos los domingos en vez de un sermón sobre el evangelio, un diálogo. Los comentarios de los campesinos solían ser de mayor profundidad que la de muchos teólogos, pero de una sencillez como la del mismo evangelio. No es de extrañarse: el evangelio o 'buena nueva' (la buena noticia a los pobres) fue escrito para ellos, y por gente como ellos.
Algunos amigos me aconsejaron que estos comentarios no los dejara perder, sino que los recogiera y los publicara en forma de libro. Por eso fue este libro [?]
Este libro habla de una situación particular que tuvo Nicaragua, y de la situación internacional de aquel entonces, cuando hubo una mitad del mundo que creía en el comunismo. La realidad ha cambiado mucho, pero me parece que este libro no ha perdido actualidad, y que lo que en él se dice sigue siendo válido como el mismo evangelio. La utopía de entonces es la misma de ahora, y es la que se ha venido teniendo desde los profetas. La fe y la esperanza en un mundo mejor las tienen muchos ahora más que nunca, y me parece que aquellos que no las tienen también las deberían tener» (de la 'Introducción' de Ernesto Cardenal).