La enseñanza de la historia, ha dicho Anthony Grafton, se encuentra hoy marginada, como un saber sin utilidad alguna. Lo cual contrasta con el interés que el público culto muestra por los buenos libros de historia, y con la necesidad de renovar nuestro conocimiento del pasado en un momento en que han fallado las visiones tradicionales que interpretaban la evolución de la humanidad como el relato de un progreso continuado. Francesco Boldizzoni, que sostiene que buena parte de este desprestigio se debe a aquellos historiadores que se dedicaron a servir al orden establecido con métodos destinados a elaborar “narrativas del pasado compatibles con la ideología neoliberal”, nos ofrece una interesantísima revisión crítica de la historiografía de estas últimas décadas, familiarizándonos con títulos que han influido poderosamente en el mundo de las ideas, pero que no han llegado al público general, al que no estaban destinados, y nos propone nuevas formas de aproximarnos al pasado, recuperando la mejor tradición de la historia social.