Purchena al comenzar la Segunda República era cabecera de partido judicial, capital de la comarca y como consecuencia de ello lugar de habitación de propietarios, rentistas, letrados y jueces. También lo era de jornaleros y obreros de todas clases: del campo, minería, ferroviarios, etc.
El tener ese contrapunto hacía que la miseria en la que transcurría la vida de los pobres pareciese aún mayor. La ostentación de unos se contraponía a la penuria de la mayoría de los trabajadores.
En este estado de cosas llegó a la localidad el vendedor de libros Agustín García Pastor ‘Mirasol’, quien despierta la resistencia al sometimiento de los resignados y desde la alcaldía emprende la lucha por mejorar la vida de los pobres con las herramientas con que le dota la República.
Con la finalización de la guerra, emprendida por los sublevados, las fuerzas franquistas le condenan a muerte, junto a otros tres vecinos de Purchena. A otros noventa les esperaba la prisión, el extrañamiento de su localidad natal. Los rebeldes habían ganado e imponen sus normas a sangre y fuego.
De Purchena poco más podemos decir, aparte de lo que hemos descubierto en la documentación existente de los procesos militares contra republicanos. Durante el conflicto civil sus archivos antiquísimos fueron quemados en la plaza Larga, y por ello no podemos rescatar la labor desarrollada desde el Ayuntamiento, los grupos políticos y los ciudadanos en el periodo 1931-1939, como hubiera sido nuestra pretensión.