Los estudios de Henry Harrisse (1874 y 1892) parecían haber logrado ?tras años de esfuerzos? estructurar la biografía de Colón, pero hubo que esperar a que Henry Vignaud (1905 y 1921) completara sus trabajos, después de que Ugo Assereto descubriera en 1904 la famosa acta notarial que ostenta su nombre. Desde entonces se produjo una sequía investigadora en los archivos genoveses hasta el punto de que Paolo Emilio Taviani, al escribir la gran biografía de Colón (1974), no recurrió a los archivos, limitándose a amalgamar, aclarar y adornar los estudios publicados hasta entonces.
El llamado «enigma de Colón» surgió al no percatarse los historiadores de que el secreto sobre los orígenes del nauta radicaba en el funcionamiento de los «alberghi» genoveses, que enmascaraban los linajes de las familias genovesas al adoptar como apellido el nombre del albergo al que estaban afiliados.
Indudablemente esta mecánica, si no se es lo suficientemente cauto, conduce a la construcción de genealogías falsas que entran en clara confrontación con lo escrito por los biógrafos coetáneos.
También parecen ignorar algunos historiadores la costumbre medieval de cambiar el nombre de pila a los infantes cedidos en calidad de «donados» a los conventos. El cambio, sin embargo, no era permanente, pues podían recuperar su primitivo nombre cuando abandonaban el cenobio.
Estas costumbres medievales han sido obviadas por la mayoría de los historiadores.
Tampoco se han valorado las consecuencias de los antecedentes piráticos del Almirante, al que las leyes castellanas condenaban al cadalso, ni se ha tenido en cuenta que, en caso de reconocer su origen genovés, su descendencia no podría ostentar cargos y dignidades.
Todas estas particularidades se desarrollan en el presente libro y abren nuevos horizontes que permiten presentar la biografía del Colón histórico hasta su llegada a Castilla.