La responsabilidad del ejemplo concierne a todos los hombres por igual, pues vivimos en una red de influencias mutuas de la que no podemos escapar. Pero es indudable que esa responsabilidad pesa especialmente en las personas públicas. Este libro propone la ejemplaridad, igualitaria y secularizada, como principio organizador de la democracia moderna y estudia además la especial ejemplaridad en la que incurren funcionarios, políticos y, en las monarquías parlamentarias, la figura del rey.