Desde que se fundó en 1947, la Sociedad de Estudios y Publicaciones desarrolló sus actividades de forma silenciosa sin darles publicidad en la prensa ni en ningún otro medio de comunicación. No hubo anuncios de sus actos ni reseñas de los ciclos de conferencias en los periódicos. El trabajo científico, callado y eficaz fue el único objetivo que quiso alcanzar. Ninguno de sus promotores, ni de quienes la dirigieron y organizaron mientras existió, sintieron jamás la tentación de la notoriedad, por lo que nunca esperaron que se reconociera públicamente su labor.
Ésta es la causa de que no quisieran exhibir cuanto en la Sociedad se hacía. Facilidades para el trabajo, trato cordial con los directores de los seminarios y con quienes colaboraron en ellos fueron siempre notas propias de la Sociedad. Por ello, la Casa de las Siete Chimeneas, sede de los seminarios y lugar donde se daban las conferencias, era vista por todos como hogar propio. Allí se reunían y cambiaban impresiones los asistentes a los seminarios en un ambiente que les resultaba familiar, cordial y amistoso, inolvidable para quienes tuvimos la fortuna de vivirlo.