La ciudad es un conjunto de identidades que se suman, se confrontan o viven de forma más o menos aislada unas de otras; un constante devenir de cuerpos en tránsito que se esquivan, chocan, se miran, se reconocen, se buscan o ni se ven. Parece que el único deseo que tiene vía libre es el del consumo constante e indiscriminado, puesto que la cultura arquitectónica tradicional ha mantenido reprimida la sexualidad y ha conservado esterilizado el género en los espacios urbanos.