El cerebro se ha convertido en el centro de explicación de los asuntos humanos. De pronto, es como si todo dependiera del cerebro y no fuéramos más que un montón de neuronas. La neurociencia ha llegado a ser la ciencia reina, con la complicidad de las ciencias sociales, de las humanidades y de la filosofía. La cultura popular ha asumido el cerebro-centrismo como lo más natural. La divulgación neurocientífica, ya todo un género literario, no hace sino alimentar esta tendencia. Pero, ¿los métodos y hallazgos en el estudio del cerebro, obligan a pensar de esta manera? ¿El mayor conocimiento que se tiene hoy del cerebro, se corresponde con un mayor y mejor conocimiento de asuntos, valga por caso, como los trastornos psicológicos, el yo, la libertad, el amor, la ética, la justicia, la economía, etc.? ¿No será, después de todo, el cerebro-centrismo una moda, un mito y una ideología?