«Regresé al lugar, el sol ya se había puesto, lancé el anzuelo y esperé. No creo que exista en el mundo un silencio más profundo que el silencio del agua. Lo sentí en aquella hora y nunca lo he olvidado.»
A orillas del río Tajo, un niño está a punto de atrapar al gran pez. En el mismo momento que pierde a su presa, comienza para él el despertar de la lucidez. A partir de un recuerdo de infancia, José Saramago elabora una fábula de gran belleza y sabiduría que Manuel Estrada recrea maravillosamente.