Se ha dicho en numerosas ocasiones que el Essai sur l’architecture constituye el primer tratado de la arquitectura moderna. Si hasta el momento la tratadística clásica centró sus planteamientos en el estudio de los órdenes arquitectónicos, y sus correspondientes proporciones, como base de un entendimiento por el que la arquitectura era considerada capaz de mostrar los principios de la armonía del universo, Laugier tuvo como objetivo el devolver a los órdenes su carácter funcional, llegando a establecer una visión de la arquitectura que, a través de la racionalidad constructiva, se definía mediante su estructuralismo espacial. La influencia de su tratado fue tal que podemos apreciar el cambio inmediato en la arquitectura de su época, no sólo en Francia, sino en toda la Europa de la segunda mitad del siglo xviii.