Los años sesenta han quedado fijados en nuestra memoria colectiva como una era de subversión política y experimentalismo cultural. Los artistas visuales, que trabajaban en un medio volátil, respondieron a través de distintas vías a la confusion que imperaba en la esfera de lo público y lucharon por dejar su huella en un mundo preocupado por las crisis sociales. En este convincente relato sobre el arte que se produjo entre los años 1955 y 1969, Thomas Crow contempla el amplio espectro de artistas que trabajaron en Europa y América durante este periodo, explorando las relaciones entre arte y política, y mostrando como la retórica de ésta a menudo determinó –o trastornó– la otra. Crow traza la aparición de un nuevo clima estético que desafió las nociones establecidas de contenido, estilo, medios y público, y desarrolla una idea de los sesenta mucho más orgánica de lo habitual: se trata de una nueva definición del concepto de este arte tal como lo siguen empleando, por una parte, los críticos conservadores de hoy día, que continúan considerándolo la fuente de todos los escándalos contemporáneos, y, por otra, los de izquierdas, que lo aprecian como un caso poco frecuente de feliz radicalismo estético.