De todos los soportes usados en publicidad para emitir mensajes comerciales, el spot de televisión es, sin duda, el más apreciado, el más poderoso y el más difícil de realizar. Se trata de la pieza más deseada por los profesionales que trabajan en agencias de publicidad, en productoras, en estudios de sonido y post-producción. Los anunciantes depositan en esta pieza todas sus esperanzas de venta, dándose el caso de que algunos prefieren usar únicamente spots para sus campañas de televisión y no invierten un céntimo en piezas gráficas, debido a la fe ciega que tienen en este medio audiovisual que posee un poder de comunicación masivo como no se había visto jamás. Sólo los profesionales que participan directamente en su producción saben el trabajo, la coordinación y el esfuerzo que requiere la ejecución de una obra que apenas dura veinte segundos. Los que han participado en la producción de un spot saben de qué hablamos. El spot publicitario es el gran invento comercial del siglo veinte y, a pesar de los pronósticos más agoreros que habían anunciado su desaparición en los años noventa, el siglo veintiuno lo ha fortalecido. Posiblemente, la aparición de nuevas cadenas de televisión, que han creado nuevos mercados, han aumentado su audiencia y han “fidelizado” a los espectadores con una programación agresiva y han colaborado a su resurgimiento. De esta forma han ayudado a que muchos anunciantes hayan alcanzado segmentos de consumidores más selectivos e inaccesibles, que con la única televisión pública resultaba imposible.