«El dilema sería en definitiva este. O cambiamos las imágenes, o cambiamos la mirada. Se pone aquí en cuestión el estatuto de la pintura. O bien la pintura está para dar a ver lo nuevo, o bien está para hacer ver de manera nueva. Tal vez por aquí pasa el filo de navaja de la ruptura moderna, que opone un arte del acto, del nada-para-ver y de la mirada, a un arte de la contemplación, del todo-para-ver y de las imágenes».
«Una ética cuya regla universal y única se formularía con acentos wittgensteinianos: "Lo que no puede verse ni decirse, el arte debe mostrarlo"».
«Todo cuerpo representado, toda figura, todo rostro, de hecho toda imagen y toda forma estarían atravesados hoy, de una manera o de otra, por los cuerpos liquidados de Auschwitz. Como si, para todo el arte de la segunda mitad del siglo, las cámaras de gas constituyeran una suerte de vibración fósil que resonara detrás de cada obra, más allá de toda cuestión de género, tema o estilo. Como si la Catástrofe fuera el referente último de todo el arte de este fin del siglo XX».
«Al ser el Olvido un crimen, la Memoria es un deber. Deber de memoria porque algo excede a aquello de lo que podemos acordarnos. No olvidar aquello de lo que no podemos acordarnos, no olvidar que no podemos acordarnos verdaderamente de eso. Recordar sin cesar la memoria porque acordarse es imposible».