Las conversaciones en tres idiomas a la vez, tener la vida social de un dj ibicenco, las cenas temáticas que parecían una cumbre de la ONU, asistir a efímeros juramentos de amor eterno, los fi nes de semana que eran como una gincana, hacer amigos que en un mes se convertían en lo más importante de tu vida, la nostalgia tanguera del regreso… lo que aprendes, lo que descubres, lo que nunca vuelve a ser igual. El Erasmus cambió tu vida durante unos meses. En algunos casos, incluso para siempre.