En nombre de nada es el testamento humano y filosófico que ilumina, sin duda, las estancias más recónditas y despojadas de la obra de César Simón. Él gustaba de definirlo, no sin cierta ironía, como su "teología", meditación profunda acerca del misterio de la existencia en un universo sin dioses. Escrito en forma de diario, el libro destila el ferviente amor, fascinación y conmiseración que el autor sentía por todo ser vivo, hombre, animal o planta. En él antepone, en todo momento, el sentimiento a la inteligencia, sin desdeñar esta última, pero prefiere el sentimiento por considerarlo más auténtico, inmediato y común a todos. Y es que de la vida tuvo César Simón un sentimiento trágico a la vez que de fascinación por la belleza de lo vivo o, más bien, trágico por lo fascinante y horrible, a un tiempo, de la existencia.