Desde el origen de las literaturas vernáculas peninsulares hasta nuestro mismo presente, la reflexión sobre la literatura entre nosotros ha estado llena de inflexiones, desajustes y debates. A lo largo de los siglos han sido muchos los canales, los géneros discursivos y la condición de los autores que han mantenido vivo el ejercicio que hemos convenido en llamar ideas literarias: patentes en poéticas y retóricas, pero a menudo expresadas en forma de prólogo (como los del Caballero Zifar y el Marqués del Santillana), otras como artes de trovar, bien simplemente como comentarios (los que el Brocense o Fernando de Herrera dedicaron a Garcilaso), mediante el diálogo humanista (la Philosophia antigua del Pinciano) o el discurso (el de Lope en su Arte Nuevo), los ensayos literarios (Feijoo), la crítica en revistas (Clarín) o conferencias (La cuestión palpitante de Emilia Pardo Bazán), los ensayos filosóficos (los de Ortega o Zambrano) y las lecturas comentadas (las de José Ángel Valente), hasta llegar a la teoría literaria propiamente dicha. De todo ello da cuenta el presente libro, coordinado por el máximo representante de la Teoría Literaria en nuestro país.