Goethe lamentaba que Shakespeare no hubiera podido conocer a Calderón, pues pensaba que el mismo autor de Hamlet podría haber aprendido del español; los románticos alemanes lo exaltaron a las más altas cimas del teatro universal; Beckett, Camus, Falla, o García Lorca lo admiraron; en su misma patria, sin embargo, la recepción de su obra ha sufrido extrañas incomprensiones.
La obra de Calderón es amplia y profunda, perfecta en sus estructuras, múltiple en sus registros poéticos: en ella hay muchos mundos, y en todos alcanzó las cimas más altas. Calderón es, por otro lado, un artista integral que resume todas las corrientes culturales y artísticas vivas en su época para abrirlas a la modernidad. A su lado hay también una generación de importantes dramaturgos que exploran hasta sus últimas posibilidades la comedia nueva que iniciara, genialmente, Lope de Vega.