Nell Calder era una mujer t237;mida y amable, una esposa que intentaba contentar a su ambicioso marido, una madre que amaba a su hijita con pasi243;n. En suma, no era el tipo de mujer capaz de inspirar envidia, deseo ni pasiones asesinas. 191;Qui233;n iba a querer hacerle da241;o? Pero ocurri243; la tragedia: una noche, en una ex243;tica isla del mar Egeo durante una elegante reuni243;n en la que su marido esperaba culminar su fulgurante carrera en el mundo de las finanzas, y que fue interrumpida por el estruendo de los disparos y la afilada hoja de un cuchillo.