En su único libro de relatos, Juan Marsé reúne tres historias magistrales donde, con prodigiosa técnica narrativa, se dan cita sus principales motivos literarios. En "Historias de detectives", cuatro muchachos, encerrados en un Lincoln abollado y herrumbroso con el solo juguete de su imaginación, dan alas a su fantasía. Mezclados con el humo azul de sus aromáticos cigarrillos de regaliz, los relatos de crímenes y viudas peligrosas, de enrevesadas intrigas y amores desdichados llenan el interior del automóvil. A lo lejos, Barcelona se extiende a sus pies, andrajosa y gris como agua estancada. La crítica mordaz, irónica, patética y a menudo divertida de la bravura obcecada de un militar franquista en "Teniente Bravo" (relato que da título al libro) constituye, sin duda, uno de los hitos en la historia de la narración breve de las letras hispanas. Y finalmente, en "El fantasma del Cine Roxy", los mitos del celuloide, turbadores espectros del pasado, conviven con la realidad del presente, encarnada en un banco construido sobre las ruinas de un antiguo cine de barrio cuyos héroes se resisten a desaparecer.