El Capitán Frederick Marryat (Londres, 1792-Langham,
1872) ingresó a los catorce años en la Armada Real británica
y dio sus primeros pasos en el mar a bordo del buque Impérieuse
capitaneado por Lord Cochrane, cuyo valor inspiró a Marryat futuros
personajes de sus novelas. En 1814 fue nombrado teniente de navío
del Newcastle y en 1825 capitán del Tees. A los treinta y ocho años
se retiró del servicio con rango de capitán y se dedicó
por entonces a escribir (como Conrad, como Melville) narraciones
de aventuras en el mar, batallas, tormentas y naufragios, contando para
ello con su enorme conocimiento de primera mano de la vida marinera.
En El perro diabólico nos encontramos con la balandra
Yungfrau, cuya misión es patrullar el Canal de la Mancha con el
fin de impedir el contrabando procedente de las costas francesas, y su
oficial al mando, el teniente Cornelis Vanslyperken, sirve también
como correo real del rey Guillermo con los Estados Generales de Holanda.
Estamos en 1699. Pero no es el teniente Cornelis quien protagoniza esta
divertida y original novela, sino su perro Malaspulgas, cuyo lamentable
aspecto físico y mirada traicionera concita el odio de toda la tripulación.
El joven Smallbones, sirviente de Cornelis, decide declarar una guerra
sin cuartel al antipático perro, respaldado en su lucha por toda
la tripulación. De sus sucesivos enfrentamientos a muerte ambos
salen maltrechos, pero, para sorpresa de todos, siempre logran sobrevivir,
forjando así la leyenda sobre el carácter sobrenatural del
perro diabólico.