Tala es una apasionada invectiva contra el mundo artístico de Viena y, al mismo tiempo, un análisis, al que no es ajeno la emoción, de la extraordinaria complejidad que caracteriza a las relaciones y los sentimientos humanos. En un extenso monólogo interior y desde su posición de observador implacable, el narrador, invitado a una cena en casa de unos viejos amigos con los que había cortado toda relación, da libre curso a la memoria, atrayéndola una y otra vez hacia el presente en un vaivén jalonado de diatribas y reflexiones. La sombra del suicidio
de una amiga común enterrada aquella misma tarde, la trivialidad de las conversaciones, la artificiosidad de los comensales gente de los círculos artísticos de Viena y, en especial, la
presencia de una de las invitadas producen en el narrador un estado de excitación que se traduce en un reconocimiento irritado y profundo de la infelicidad, de la esterilidad del esfuerzo
y de la desesperanza. La llegada del invitado de honor, un famoso actor, introduce en la escena la noción de otro nivel de existencia. La publicación de Tala, en 1984, no sólo reafirmó a
Thomas Bernhard como uno de los autores más interesantes y originales de la literatura europea, sino que además desató en Austria una notable polémica. La novela fue retirada
temporalmente de las librerías tras la querella presentada por un conocido personaje vienés que se reconoció en la narración. Tala ha sido considerada recientemente por el conocido
crítico alemán Marcel Reich-Ranicki como una de las veinte obras maestras de la literatura alemana.