Oscar Wilde se encontraba en París en los últimos meses de 1891, y quizás bajo el hechizo de los movimientos de las bailarinas del Molin Rouge decidió escribir Salomé. El resultado es un drama mórbido, decadente y transgresor de singular musicalidad y poesía en el que se retrata a la más extraordinaria y exigente bailarina: Salomé, hija de Herodías, y su aparente capricho, la cabeza de Iokanaán. La figura de la joven ha seducido a numerosos artistas. A ellos se suma con este libro Gino Rubert, quien ha realizado una personal interpretación de la tragedia y presenta una inquietante mujer de inocentes rostros que ejerce una terrible atracción de sexo y muerte