A mediados del siglo XX, había en América un lugar de ensueño para cualquier pareja de recién casados: las cataratas del Niágara. Aquellas aguas tan vivas y los lujosos hoteles que las rodeaban prometían una luna de miel fastuosa, bañada en puro almíbar. Ahí, en una de esas habitaciones con almohadas color de rosa y toallas bordadas, se despertó Ariah Erskine la mañana del 12 de junio de 1950. Pensaba encontrar a su lado al hombre que desde hacía unas horas era su marido, pero la realidad era otra. Tras unos días de búsqueda afanosa, la joven tuvo que asumir que era la viuda de un suicida, ahogado en las turbulentas aguas del Niágara... Con este arranque trágico y poderoso, Joyce Carol Oates empieza a hilvanar la vida de Ariah, una mujer que tras un rostro pálido y un cuerpo poco agraciado esconde un carácter firme y una sensualidad peculiar. Quien va a descubrir estos encantos es Dirk Burnaby, un abogado que pronto se convertirá en su segundo marido, y juntos vivirán en una casa cerca de las cataratas. Con el nacimiento de tres preciosos niños, el retrato de la familia feliz parece completo, pero el agua maldita del Niágara volverá a reclamar sus víctimas, dejando un rastro de odio que solo el tiempo sabrá curar. «Una mirada implacable a las miserias de nuestra sociedad.» New York Times Book Review La opinión del editor: Como Diane Arbus, y Carson McCullers, Joyce Carol Oates pertenece a la estirpe de mujeres capaces de dibujar el lado grotesco del sueño americano con un sarcasmo que cala hondo. Admirable.