¿Se puede permitir a un padre comer de todo?es el único placer que le queda? cuando se sabe que cada bocado le acerca a su tumba?
¿Qué hacer? ¿Qué medidas tomar para darle una vida feliz? ¿Habría que acabar con sus sufrimientos? ¿Dar fin a su humillación? ¿Hay que prolongarle la vida o, en su lugar, hay que ayudarle a acortarla? Alrededor de la mesa, las opiniones no coinciden.
En Nochebuena, una familia está sentada alrededor de una mesa rodeada de sabrosos alimentos: entremeses, guisos, pasteles increíbles, excelentes vinos...
La única sombra en la mesa es el padre, hasta hace poco una figura imponente que aterrorizaba a sus hijos, hoy convertido en prisionero de su cuerpo por el párkinson rígido: los movimientos ya no responden a su voluntad, lo cual lo pone de mal humor, las palabras que resuenan en su cabeza no llegan jamás a salir de sus labios y cada trozo de pan que se lleva a la boca hace que sus hijos se estremezcan. Todos estos buenos alimentos le están prohibidos porque son demasiado perjudiciales para su salud tan frágil. La vida le ha privado de sus dos grandes placeres: hablar y comer.
Tras el éxito mundial de Un domingo en la piscina en Kigali, Gil Courtemanche retorna con una novela breve e intimista que nos hace revivir una vez más una experiencia humana que nos trastorna. Escenificando de forma maravillosa este drama que nos afecta a todos, plantea, de otra forma aunque también magistral, las preguntas que se escondían en el corazón de su primera novela: ¿Por qué vivir? ¿Por qué morir?