El afrodisíaco más poderoso de la humanidad, hasta la aparición de la Viagra, se encontró en España: la Cantharis vesicatoria. La cantárida es un escarabajo verdoso de pequeño tamaño, parece una mosca grande, endémico de los bosques de fresnos de los macizos del centro de la Península Ibérica y conocido vulgarmente como la mosca española. De ella se obtiene un alcaloide denominado cantaridina que tiene una importante cualidad vesicante y que, aplicado en dosis controladas -una sobredosis puede llegar a ser letal-, dilata los vasos sanguíneos, produciendo hinchazón -en el hombre, erección prolongada- y mayor percepción nerviosa en la zona cuya epidermis ha recibido el emplasto.
En 1802, ya finalizada la Revolución francesa, una hermandad gremial de la ciudad de Marsella afiliada a la francmasonería decide establecer una ruta alternativa para la cantárida que se captura en España. Han sido informados por un belga naturista y miembro de la sociedad secreta que controla desde tiempos muy antiguos el tráfico de esa droga afrodisíaca y que proveen a las monarquías y nobles de la Europa occidental. Para realizar el trabajo, la hermandad contrata a un parisino que se introduce en España por el puerto de Valencia y que es recibido por un conocido cacique de la serranía valenciana que le facilitará un guía conocedor del terreno y los medios necesarios para que resuelva con éxito su difícil misión