El 20 de abril de 1957, cuatro jóvenes del Directorio Revolucionario, supervivientes del fallido asalto al Palacio Presidencial del dirigente cubano Fulgencio Batista, fueron cercados y acribillados por la policía en La Habana. Siete años más tarde, cuando Castro ya llevaba cinco años en el poder, se abrió el juicio por el crimen. Marquitos, acusado por delación, fue el único acusado que se sentó en el banquillo. Este comunista, que había coincidido en la universidad con los asesinados, fue sentenciado a muerte al término de un proceso que conmovió a la opinión pública cubana dentro y fuera de la isla. El juicio dejó al descubierto las tensiones internas en el seno del poder revolucionario, debilitó a la vieja guardia comunista y salpicó a la ministra de Cultura y al viceministro de las Fuerzas Armadas, quien acabó en la cárcel de por vida, bajo la sorprendente acusación de haber colaborado con la CIA. Este libro responde a la multitud de interrogantes que rodearon estos procesos, a la vez que recrea los ambientes convulsos del fin del mandato de Batista y de los primeros años de la revolución.