Novela de juventud, pero publicada en forma de libro sólo póstumamente, este texto de 1875 se sigue leyendo hoy con una sonrisa en los labios: su humor no ha caducado; su inteligencia tampoco.
Relacionada por la crítica tanto con Voltaire como con Bouvard y Pécuchet, de Flaubert, tanto con los controvertidos estudios darwinistas de la época como con su propia novela Los domingos de un burgués en París, Maupassant nos cuenta la historia del peculiar doctor Héraclius Gloss, bibliófilo y hombre de costumbres, buena persona pero de gran ingenuidad, cabal y presuntuoso al mismo tiempo: su hallazgo de un manuscrito sobre la metempsícosis (sí, esa antigua doctrina filosófica griega que afirma el traspaso de ciertos elementos psíquicos de un cuerpo a otro después de la muerte) trastornará su vida y su cabeza para siempre. Su criada y amante Honorine, sus amigos el señor decano y el señor rector, además de algunos personajes «estrafalarios» y fundamentales (un perro, un mono, un lingüista?), son, junto al propio Héraclius Gloss, los protagonistas de esta historia de tintes grotescos sobre la búsqueda de la piedra filosofal; es más, sobre la búsqueda de la verdad absoluta. A favor del vegetarianismo y los animales, pero también en contra, la vida de este doctor presa de las contradicciones parece estar construida sobre aquellas famosas palabras de Rimbaud: «Yo soy otro».