La realidad no ha hecho más que confirmar el grito de alarma que representó el "Manifiesto de economistas aterrados". Primero Grecia, Irlanda y Portugal, ahora España, demuestran que las políticas neoliberales y la sumisión a los mercados financieros, que provocaron la crisis, continúan agravándola.
La espiral de recortes y disminución del gasto público no tiene fin y ha obligado a que se inscriba en la Constitución de cada país que el déficit estructural debe ser del 0,5% del PIB. Esta cifra "tiene igual fundamento que si se inscribiera que los hombres tendrán que calzar un 42 y las mujeres un 40".
En España se ha aplicado esta política de austeridad como única solución frente a las crisis, lo cual ha aumentado el déficit, ha agravado la recesión y ha obligado al Estado a endeudarse aún más y a una mayor austeridad.
Esta espiral insensata ha hecho que España sea intervenida. Los fondos de esta primera intervención, destinados a la banca, implican mayores ajustes y paro. Es un primer paso en la intervención general de la política económica española que pasará a estar tutelada por la tecnocracia neoliberlal europea, no contribuirá a la reactivación económica y podrá llevar a la quiebra de nuestro modelo social.