El arte de Tolouse-Lautrec gustará o no, pero a nadie puede dejar indiferente. Gran observador y psicó logo, excelente dibujante y con un envidiable sentido de la síntesis, nadie ha podido superar todavía su dominio del trazo, su carácter, su expresividad, su vibración, su frenesí. Con su soltura y sus colores, su agresividad y su valentía se convirtió en el más destacado reportero del París de finales del s XIX. Era el París de la belle époque, del music-hall, de la bohemia, la farándula, la doble moral y los vicios ocultos de las clases acomodadas. El París de un mundo marginado que muchos querían silenciar y que él presentó una y otra vez, libre como se sentía de convencionalismos y estereotipos.