La porcelana pintada da un toque de frescura y alegría a la vida cotidiana. Al desayunar nos ponemos de buen humor usando unas tazas y platos de alegres colores. También elevan el ánimo los cuencos decorados con estrellas azules, corazones o lazos. En una vajilla decorada con motivos de verduras y frutas, la comida sabe mucho mejor. El tomar el té resulta un placer usando tazas y platos en los que brillan golosinas de alegres colores. Y qué divertido es lavarse los dientes usando un vaso en el que nadan peces y moluscos. El regalar un plato como recuerdo del nacimiento, bautizo o boda, o unos bonitos floreros con originales dibujos se recibe como un detalle muy especial.
La técnica es muy simple, consiste en pintar directamente el objeto con pinturas para porcelana y, después de dejarla secar cuatro horas, meterlo en el horno durante 90 minutos a 160 °C.